las piernas me tiemblan de alegría

stephano espinoza galarza

6.5.2021



El estudio de los espacios y el tiempo son las herramientas más fuertes ante la fragilidad de la memoria. Cuando algo se pierde, contamos nuestros pasos, recordamos en dónde estuvimos, «hacemos memoria» en forma de habitaciones, muebles y horizontes desde las ventanas. Al hacer esto, involuntariamente revisamos las maneras en las que nos relacionamos con nuestros alrededores, caminamos en reversa, usamos el tacto brusco en lugar de la vista para movernos en el espacio. A través de pequeños golpes en las pantorrillas, nos encontramos con los muebles aparatosos, caemos en huecos y empezamos a ver el árbol torcido con otros ojos. Algunas personas entablamos relaciones en la ficción con aquellos objetos que incomodan y obstruyen. Incluso, llegan a formar parte de nuestra memoria que, contrario a lo que generalmente se cree, habita el presente.


En esta selección de los trabajos de Stephano, las pinturas presentan a sujetos que habitan en ciudades y entre sueños. Frente a la necesidad de materializar las lógicas del vivir (y recordar) marica, Stephano recurre a los estados intermedios de la materia, a los objetos descartables y a los tumultos que entorpecen la rapidez y el funcionamiento de los sistemas, al óleo pegajoso que demora en secar y que con el tiempo duele en la cabeza. Las pinturas toman prestados motivos y elementos de la tradición occidental para articular ficciones que resultan en columnas comestibles rodeadas de mucosas, contrafuertes de cartílagos y restos de adoquines ornamentales. La presencia de estas memorias_ficción en el diario vivir de los cuerpos en transición y transporte hacen que estxs encuentren a otrxs explusadxs que se mueven de la misma manera: nadan a contracorriente, con los músculos sangrantes y los brazos adoloridos en cada movimiento que se da. El rol que juega el exceso y la exageración inocentemente teatral se ve en las estructuras ambiciosas que se oponen a las afueras, lo que encontramos en las ventanas y lo que hemos privilegiado con el término real.


Realizada en su mayoría durante el confinamiento más estricto de la emergencia sanitaria, Las piernas me tiemblan de alegría, nos acerca a las maneras en las que el cuerpo que se siente escombro recuerda y opera, torpemente, en limbos incendiados, innundados y pegajosos. La carencia de rostros en los sujetos de las pinturas permite que identifiquemos entre nosotrxs nuestras propias secuencias de pensamientos y experiencias que construimos entre el camino y la trampa.


juan felipe paredes, 2021.